El vino es geografía, es proceso y es pasión. Es cultura, es consejo y es dejarse llevar.
El vino ha estado siempre, sólo había que elaborarlo; y en Bodegas Olivares estaba en nuestra historia, en nuestro clima, en nuestra tierra y, sobre todo, en nuestras manos. Esa es la razón por la que, para nosotros, el vino es principio. Y es final.
De nuestro amor por esta tierra exigente de Jumilla se alimenta nuestra pasión por el vino y su elaboración. Pasión que nos mueve a crear vinos únicos. Vinos que representan fielmente el singular terruño de nuestra región, y nuestra variedad autóctona, la Monastrell.
Este vino dulce es Monastrell en su máxima expresión, con gran concentración, persistencia y equilibrio.
La Monastrell es la uva autóctona de nuestra región, y con Altos de la Hoya buscamos capturar su esencia
Nada es acelerado con nuestro Crianza. Seleccionamos cuidadosamente las mejores uvas Monastrell, dejando que la fermentación transcurra lenta y naturalmente, y entonces criamos el vino en madera de roble francés. Buscamos un vino intenso, complejo y equilibrado.
A nuestra Monastrell se le unen las variedades Garnacha y Syrah para obtener un vino con estructura, frescura, suavidad y aromas.
Las variedad de Garnacha cultivada en secano y en altitud aporta frescura e intensos aromas frutales..
Maravillosamente crujiente y fragante con toques de frutas tropicales y un paladar ácido y cítrico.
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